jueves, 15 de septiembre de 2011

Las mismas mentiras.

Estaba convencido de que no eras la persona para mí, eres un problema, un problema que me gusta demasiado. Me dije "Ya no más, no más" pero nunca hago lo que digo y eso será mi problema siempre. 

Llegaste, me dijiste "¿Podemos hablar?" y supuse que caería en tu trampa otra vez pero te lo permití.

"Todo pasa porque tiene que pasar", "Nada es como tú crees", "Yo no tengo la culpa"... Ejemplos de las frases que escuché salir de tu boca, frases cansadas de ser dichas, cansadas de ser repetidas pero ¿Adivina qué? con todo y eso, caí...

En un momento dejé de escucharte y me concentré en el movimiento de tus labios, esos que fueron míos y que con certeza sabía que volverían en poco tiempo porque si de algo estaba seguro era que iba caer. 

Después de pelear entre un SI y un NO, no pude más y cesé... 

Mi mente dijo: Odio lo débil que soy.

Mi corazón dijo: Lo volviste a hacer.

Mi boca dijo: ¡Cállate y abrázame! 

No pude hacer más nada, caí con las mismas mentiras. 

Sonidos ya olvidados.

Escuché otra vez como reías y volvieron todos esos sonidos olvidados, sonidos que, desde hace mucho no escuchaba. Esos que hace tiempo hacían que mi vida tuviera sentido, que me hacían feliz. 

Extraños ya son, los "Te quiero" que de tu boca salían y ansío volver a escuchar, palabras que hacían salir el sol cada mañana. 

Suspiros que hablaban más que cualquier cosa, esos que me decían que te estaba haciendo inmensamente feliz.

Tu llorar... Es el sonido que hubiese preferido no recordar, nunca quise que tus lagrimas fueran por mi culpa (A menos que fueran de felicidad) pero ya todo está hecho y no se puede arreglar.

Tus gritos cuando peleabas conmigo, eran graciosos créeme, te veías hermosa cuando estabas molesta.

Tu dulce voz cantando nuestra canción favorita, la canción que marcó nuestro amor. Todavía suena en mi cabeza.

Gemidos que me pedían más... Gemidos que me decían que la tarea de hacerte volar la hacía bien. El sonido del placer.

El rechinar de la cama me trae buenos recuerdos ¿Qué no hicimos en ella? Jugamos, nos amamos, lloramos, peleamos... pero siempre terminábamos riendo.

Tus pasos los podía reconocer aunque estuvieras a millones de kilómetros.

En fin... Me trajiste todos los sonidos olvidados que, por supuesto, quería recordar.