No veo,
absolutamente nada, pero te siento muy cerca de mí pues tu respiración eriza
cada uno de mis vellos y me hace sentir una extrañeza divina en el cuerpo. No
te bastó cerrar las ventanas, apagar la luz y desnudarme, no, también decidiste
vendar mis ojos. Ahora soy un muñeco, uno que se deja manejar y cumple todos
los deseos que su amo le pide, le indica, lo fuerza. ¿Podemos empezar de una
vez? No aguanto más espera.
Consigo tu cuerpo
delante del mío, tembloroso pero la firmeza de tu piel es impecable. Lo primero
que toco son tus hombros y ya conozco ese camino de memoria así que tu boca se
sintió en la mía en pocos segundos.
Te sentí raro, pero
no raro del malo, sino, autoritario y rústico. Pues fuertes mordidas que me
hacían gritar dejabas en mi cuello, en mi espalda, en mis caderas, en mis
nalgas. La fuerza de tus manos hicieron que cayera de rodillas y mi boca ya
sabía lo que tenía que hacer. No paraste en ningún momento llevando un ritmo
rápido y violento. Yo resisto. Hasta sentir el empujón que me dejó tirado en el
suelo, desorientado.
¿Dónde estás? ¿Por
qué no te escucho si quiera? ¿Te fuiste? Espero ansioso, pensé que estabas planeando
algo más sucio pero, fue la última vez que supe de ti. Y dormí llorando, con
los ojos vendados.
ouch....
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