Entonces estamos aquí, debajo de las sábanas queriéndonos aunque el mundo se oponga a lo que somos. Dos mitades que se quieren fundir para crear al ser perfecto. Tú, tu mitad quiere abrazarme, besarme, acariciar mi cabello y dormir conmigo toda la noche mientras yo, mi mitad quiere desgarrarte la ropa y hacerte completamente parte de mi alma y mi cuerpo.
Comenzamos el juego, un juego tan caliente como lo es tu piel, cosa que mis manos sienten, se queman, arden al recorrer constantemente tu espalda, tus caderas, tu abdomen, tus piernas, tu trasero... ¡Tu cuerpo es increíblemente caliente! Y eso me excita.
Me besas con los ojos cerrados, como un amante que quiere perderse en el momento para que el beso dure toda una eternidad. Yo te veo, y estudio tus movimientos, cómo tu boca danza con la mía mientras el poco aliento que nos queda se difumina en el aire. Tratas de llevar mi ritmo, pero prefieres abrazarme tan fuerte como puedes, como si de mis ganas se tratara.
Me subo encima de ti, tomo tus manos y las coloco al lado de tu cabeza, te devoro, dejo marcas en tu cuello como huellas deja un astronauta en la luna. Beso cada uno de tus lunares que por cierto son muchos y por todas partes, y eso es lo divertido. Mis besos llevan con ellos un pequeño movimiento de cadera nato, natural que incita a pecar, pero no un pecado cualquiera, no, un pecado carnal. Cuando te subes encima de mí, lo haces para calmarme con todo el peso de tu cuerpo, me dejas sin aire. Pero vuelvo a ganar, y subo arriba de nuevo.
Detienes mis caderas con tus manos, y luego sigo, me detienes, y luego vuelvo a seguir porque yo sé a dónde vamos a parar.
—Deja de moverte así, yo sé lo que quieres. Y yo lo quiero también.
—Yo solo estoy jugando contigo.
—Y lo haces bien, basta o despertaremos a todos.
—Yo te tapo la boca.
—...
"Todo tiene su tiempo, todo, y vamos lento, viendo cómo nos va y cómo surge" Amo esa maldita frase salir de tu boca.
Me abrazas por última vez esta noche, me besas como si se fueran a agotar las ganas para siempre, me abrazas y me ves, he notado que te gusta mirarme. Nos despedimos y como cada noche, volvemos cada uno a su cama esperando la próxima vez el encuentro. Y ver, qué mitad del ser perfecto gana.
Muy bueno...
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