jueves, 24 de enero de 2013

Maldita sea.

Entre y el silencio invadió mis oídos. Estabas frente al espejo arreglando tu cabello aunque no entendía por qué, estaba perfecto. Examiné muy bien tu cuerpo y era todo lo que un mortal quisiera tener. Tu mirada a través del espejo me penetró, por dentro sentí un huracán que se llevó todo lo que encontró a su paso. Viví nuestra historia en un segundo y pasó, sonreíste y supe que esa sonrisa se la dabas a todo el mundo. Maldita sea mi pobre inocencia. 

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