lunes, 23 de enero de 2017

Primera vez, con él.

Mi cuerpo siempre deja de ser mío cuando hago una de las cosas que más me gusta hacer en la vida, intoxicarme. Deja de ser mío mientras se prepara para dejarse tomar por alguien más, alguien que me haga sentir por dentro lo que por fuera mi piel deja de sentir. 

Lo vi parado al otro lado de la multitud mientras bailaba solo al ritmo de una canción que estaba escuchando únicamente en mi cabeza... ahí estaba él, parado, inerte, tomando pequeños sorbos como si no quisiera estar presente en la realidad.

Encendió un cigarrillo mientras y se fue por el pasillo más cercano, no aguanté las ganas, lo seguí al lugar donde más tarde desgarraría cada parte de mi ser, de mi cuerpo. "¿Tienes un cigarrillo?" fue lo único que dije; "¿Te lo enciendo?" fue lo único que dijo y su mirada me penetró tan profundo como yo quería que lo hiciera.

Me quemé el labio, tiré el cigarrillo y me fui por aquel pasillo sin dejar de quitarle la mirada de encima, caminando de espaldas, sonriendo invitándolo a bailar en medio de la pista pero él no quería bailar, al menos no en la pista, al menos no rodeados. Y me agarró la mano, y me besó, y firmó lo que sería la sentencia de mi muerte.

Subimos las escaleras aunque íbamos bajando al infierno, llamas que salían de su cuerpo deseosas de quemarme y yo emanando gases dispuesto a causar un gran incendio. Tropecé con cada escalón, su risa me hacía reír, sentí paredes, barandas, cuadros y hasta mesas en mi espalda cada vez que me impulsaba y callaba mi boca hasta que llegamos a aquella puerta de madera al lado de un balcón. Ahora que lo pienso qué bueno que no eligió el balcón, habría despertado a toda la manzana y la gente pensaría que estaban cometiendo un asesinato.

Me bebí el último trago del vaso mientras el trancaba la puerta, me volvió a mirar con esos ojos imposibles que dominaban y te hacían obedecer cada uno de sus demandas, porque aquél perro nunca ladró pero estaba dispuesto a morderme y destrozarme la vida. Nervios, siempre llegan en el momento menos indicado, comencé a temblar mientras se lanzaba encima de mí ¿qué coño estoy haciendo? ¿Quién es él? ¿Quién soy yo? No sé qué estoy haciendo pero quiero, no sé cómo hacerlo pero quiero, nunca he hecho esto pero siempre he querido. Nunca había tenido a un hombre encima de mí, no entendí que eso era lo que me iba a gustar el resto de mi vida hasta que yo me subí encima de él.

Prendió un cigarrillo y me lo puso en la boca mientras sentado en el borde lo veía, él por supuesto nunca dejo de verme mientras se quitaba cada tela que llevaba encima y sus palabras comenzaron a salir de su garganta como órdenes y yo simplemente cedí, me rendí y me serví. Se creía mi dueño y yo me sentía como si fuese un objeto hecho para sus deseos.

Sus besos tenía la intensidad de un millón de tornados uno dentro de otro y sus manos eran rastreadores conociendo el terreno donde él iba a construir su imperio. No lo besé, me hizo besarlo dónde él quería, donde a él se le antojaba y me manejaba a su gusto. Pasé de sus labios al resto de su cara, bajé al cuello y seguí el camino hasta el cuenco que se hacía en su pecho por donde la presión de sus manos en mi cabeza me hizo bajar hasta llegar al sur, donde se visualizaba una jungla, un manglar, una selva dónde cuál mamífero me alimentaría.

Estuve de rodillas viéndolo fijamente, no hacía nada, no se movía y mucho menos lo hacía yo aunque sabía lo que tenía que hacer, él estaba disfrutando verme así. Agarré cada lado de su ropa interior y me quitó las manos, todavía no era hora de la cena. Me agarró con ambas manos y me hizo oler aquél aroma que jamás voy a olvidar y que ahora es mi olor favorito en el mundo. Luego de un buen rato decidió que era hora de acabar con mi desesperación y liberó a la bestia, qué bestia, un demonio que quería poseerme y yo me entregué sin necesidad de negociar. 

Me sentía como un barco ultrajado por piratas que solo quieren destrozar todo lo que ven e irónicamente era el momento más delicioso y feliz de mi vida, no hizo falta ser cortés para dejarlo entrar por completo, aquellos sabores eran magníficos, aquellos olores exquisitos, aquellas texturas inigualables y mientras abría camino a profundidades que desconocía.

Sentía su cuerpo temblar mientras hacía por primera el mejor trabajo al que me han puesto bajo presión, y no se aguantó, me levantó, probó su propio cuerpo desde mi boca y se dispuso a despojarme de mi ropa que voló por cada parte del cuarto y me tiró a la cama, boca abajo y llegó a mí sin pensarlo, con la fuerza de un ferrocarril en su mayor potencia, duro, seco... doloroso. grité, clavé mi cabeza en el colchón y a él no le importaba nada más que él.

Me agarraba con fuerza mientras yo intentaba escapar pero él lo estaba disfrutando tanto cual león que jamás dejaría escapar a su presa cuando tiene hambre. No sentía las piernas, estaba temblando, quería llorar del dolor mientras él seguía gozando de mi aparente sufrimiento, yo sollozaba mientras el reía, mi sufrimiento era su placer, hasta que un golpe de calor pasó por todo mi cuerpo desde los pies hasta las orejas y dejé de quejarme, dejé de resistirme y voluntariamente mi espalda se arqueó completamente para ayudar a la entrada de mi intruso. Él hizo lo que mejor sabía hacer, sonreírme para hacerme saber que ya era suyo.

Encendió otro cigarrillo mientras me colocaba como a él le diera la gana hasta que, por primera vez en toda la noche me dejó tomar el mando. Arriba de él me subí sobre él para bajar lentamente, su cara era un enigma, su rostro un hermoso misterio, abrió una puerta en mí que ya no iba a poder cerrar hasta que lo venciera y comencé a mover mi cadera como solo yo lo sé hacer, como si estuviese bailando para él sobre él con él dentro.

No sé cuánto tiempo pasó, mi vida se perdió entre los movimientos de nuestras caderas a veces coordinados a veces atropellados hasta que llegó el momento de vencerlo, tomé las fuerzas necesarias y me convertí en lo que él estaba esperando toda la noche, De repente sentí la desesperación de su cuerpo, estaba hirviendo, acelerado, retorciéndose mientras creía que sus pies se iban a fracturar. A la velocidad de la luz me tiró a un lado, me volteo como si fuese un cuerpo si vida, rompió el manto que cubría a la bestia y sentí una lluvia cálida en mi cuerpo que poco a poco bajaba por mi espalda y se quedaba en mi curvatura. Le bestia fue derrotada. Lo siguiente fue sentir su cuerpo sobre el mío y caímos en un coma momentáneo, él seguía sonriendo, maldita sea esa sonrisa.

Bajamos las escaleras, él estaba intacto como si hubiese renacido, yo estaba destruido, adolorido, acalorado, mordido, arañado, despeinado, no podía caminar pero por primera me sentía completamente pleno, lleno, satisfecho, estaba feliz como si nada me faltara en la vida. Todos nos miraron con una cara de complicidad, sonrisas que no eran más que picardía y miradas juzgadoras. Yo simplemente agarré una botella, encendí otro cigarrillo aunque la garganta me doliera y seguí bailando solo al ritmo de una canción que únicamente escuchaba en mi cabeza. Esta vez ya no lo miraba al otro lado del salón, solo tenía que voltear a la derecha para ver esa sonrisa que hizo conmigo lo que quiso.





lunes, 15 de agosto de 2016

Primera vez, con ella.

Aún mi cuerpo no conocía otro cuerpo, no tan de cerca, no tan pegado a mí, solo lo había imaginado mil veces desde el primer momento en que nuestros labios se unieron aquella noche cerca de esa calle oscura en una esquina desolada. 

Mi mente giraba al compás que le indicaba esa botella de ron que mientras más vacía estaba más llenaba mi mente de pensamientos, mientras despertaba en mí algo que nunca había sentido, mientras mi cuerpo se preparaba a conocer un terreno desconocido.

¿De verdad quería su cuerpo junto al mío? ¿Qué era realmente lo que quería probar? ¿A ella? ¿A mí mismo? De alguna u otra forma lo iba a descubrir, mi cuerpo no hacía caso a mis pensamientos y comenzó a actuar poco a poco de forma firme y viril.

Me tomó de la mano y me guío dentro de mi casa como si fuese la suya, ya sabía donde estaba mi cuarto pero me llevó directo a la habitación de mis padres, no estaban en casa y esa cama fue el lugar donde mi mente se desconectaría para que mi cuerpo funcionara inconscientemente.

Sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo rápidamente buscando la forma de despertar todo lo despertable en mí, su boca en mi cuerpo hizo un campo de batalla mientras como por arte de magia nuestra ropa iba desapareciendo. Sin dudar me dejé caer de espaldas como en una prueba de confianza y un solo segundo después sentí su peso sobre mí. 

Abrí lo ojos y aún con la escasa luz pude diferenciar su hermosa silueta de abajo hacia arriba en la oscuridad mientras separaba la botella de su boca y dejaba caer un gran hilo de ron dentro de mi boca, ahogado, mareado, cegado y excitado la alcé por la cintura y sin pensarlo más la dejé caer encima de mí. Escuché un gran grito y mi menté se apagó.

Recuerdo mucha humedad, recuerdo muchos sonidos que nunca había escuchado antes, sentía dolor, sentía placer, había millones de sabores en mi boca mientras probaba cada parte de su cuerpo y olores que hoy entiendo qué eran. 

Recuerdo música, cómo puede ser que me estaba moviendo de esta forma tan rápida, tan dura, tan fuerte y en esta posición mientras sonaba alguna canción de Adele en el fondo de la habitación. La excitación y el deseo de poseer pudo más que mi oído rítmico.

Por un momento me perdí y en un flashback recuerdo mi cara en medio de sus piernas mientras balbuceaba cosas sin sentido sin escuchar ecos en esa cueva oscura... Luego mi mente se volvió a desconectar. Desperté y ella seguía gritando encima de mí y como pude me incorporé en el hombre que creía que era pero mientras la guerra estaba en su mejor punto volví a perder otra batalla y otro hilo de ron entró en mi garganta.

¿Qué estoy haciendo? ¿Qué está pasando? Esto tiene que acabar en algún momento, mi cuerpo dejó de sentir placer, dejó de sentir dolor, dejo de estar excitado y solo era un cuerpo inerte con una erección fulminante y eterna controlado por alguien que no era yo.

Me desmayé y horas después desperté con mi cuerpo lleno del líquido que estaba acostumbrado a tirar en mi mano por todo mi cuerpo seco y pegado, ella estaba a mi lado con un pierna sobre mí y un abrazo a medias, yo trataba de encajar piezas en el rompecabezas que se convirtió mi mente pero simplemente era imposible.

Me paré, se paró, nos vestimos sin decir una sola palabra y me dispuse a despedirla, no podía creer que acababa de hacer por primera vez lo que siempre quise hacer y simplemente no recordaba nada. Absolutamente nada.

Me serví un café recalentado de hace tres días y me dije a mí mismo después de varios suspiros: No sé si esto es lo que quiero para mi vida.

No pasó nunca más.




martes, 14 de junio de 2016

Martirio.

Mis pensamientos invaden no solo mi mente, se apoderan de cada parte de mi cuerpo y es algo que simplemente no puedo controlar ¿Quién podría? ¿Quién es capaz de domar sentimientos tan naturales? Tan salvajes, tan primitivos, tan intensos.

Lucho constantemente con estos impulsos pero soy débil y siempre terminan ganando una batalla de la que tienen ventaja, lo saben y se aprovechan de mí. Siempre termino por hacer lo que no quiero pero ¿Realmente no quiero? ¿Realmente quiero? Ya no sé que pertenece a mi realidad.

Muchos dicen que es una necesidad pero ¿Qué es lo que necesito? ¿Sentir? ¿Atención? ¿Liberar algo que desconozco? Todo esto es más grande que yo y siento su peso en mis hombros, bajando por mi espalda. 

Aquí me encuentro esperando y cuando llega el momento hago lo que tengo que hacer, lo disfruto, me siento en mi elemento y me olvido de todo la moralidad por un momento pero, siempre hay un pero, una vez más comienza este martirio mental y comienzo a morir lentamente.

El castigo, supongo.


miércoles, 9 de diciembre de 2015

Certeza.

¿Por qué no me has preguntado si me voy a quedar?
Porque eso sería tener la duda de si serás mío lo que queda de la noche.
[silencio]
Y no tengo dudas sobre eso.
[silencio]
Lo serás.


miércoles, 24 de junio de 2015

Límites.

A veces siento que me entrego demasiado
A veces siento que me entrego muy poco
No sé de límites
No sé hasta dónde
No sé hasta cuándo
No sé ni cómo
Pero lo intento
Siempre lo intento
Por ti
Por mí
Por nosotros
Por lo que tenemos
Por lo que tendremos



Ocultos.

La puerta está asegurada, ya podemos ser nosotros mismos sin miedo a todo lo que hay fuera de ella, ya puedo ser el amante que tanto quieres que sea, ya puedes ser el amante que tanto quieres ser. La fuerza de tus brazos colocando mi cuerpo de la manera que les provoca, la fuerza de tus manos apretando mi garganta mientras la fuerza de tu mirada me penetra hasta lo más profundo de mi ser.

Nuestro juego de seducción dura lo que se tarda en el irse el dolor de uno de mis mordiscos en tus labios, y tú mi adorado, sabes cómo me gusta hacerlo. 

Las ganas están transpirándose por nuestros cuerpos, estoy jadiando de la sed que tengo del elixir de la vida, ese que no siempre me lo das en la boca.

La próxima vez tu mirada no va a ser lo único que me va a penetrar, tu mirada no es lo único que quiero que me penetre. 

Mi cuerpo necesita de solo una parte del tuyo.



martes, 23 de diciembre de 2014

O.

No te he visto
No te he tocado
No te he olfateado
No te he sentido a mí alrededor
Y sin embargo hay algo
Algo que atrapa
Algo que hace querer más
Algo que se siente como algo
No sé si son meses
Si son semanas 
Si son días
O horas
Pero han sido
No te conozco y nunca terminaré de hacerlo
Pero adoro el proceso
De descubrir
De descubrirte
Imaginar un primer encuentro
Imaginar el sonido de tu voz
Imaginar tu forma de caminar
Imaginar tu manera de moverte por el mundo
Pronto encontraré las respuestas a todo lo que imagino
Se convertirán los sueños en realidades
Realidades que me ponen ansioso
Miedoso
Nervioso
Pero sobre todo emocionado
El inicio de la historia ha sido correcto
El destino se encargará de escribir el resto
por nosotros.