jueves, 12 de septiembre de 2013

Vendado.

No veo, absolutamente nada, pero te siento muy cerca de mí pues tu respiración eriza cada uno de mis vellos y me hace sentir una extrañeza divina en el cuerpo. No te bastó cerrar las ventanas, apagar la luz y desnudarme, no, también decidiste vendar mis ojos. Ahora soy un muñeco, uno que se deja manejar y cumple todos los deseos que su amo le pide, le indica, lo fuerza. ¿Podemos empezar de una vez? No aguanto más espera.

Consigo tu cuerpo delante del mío, tembloroso pero la firmeza de tu piel es impecable. Lo primero que toco son tus hombros y ya conozco ese camino de memoria así que tu boca se sintió en la mía en pocos segundos.

Te sentí raro, pero no raro del malo, sino, autoritario y rústico. Pues fuertes mordidas que me hacían gritar dejabas en mi cuello, en mi espalda, en mis caderas, en mis nalgas. La fuerza de tus manos hicieron que cayera de rodillas y mi boca ya sabía lo que tenía que hacer. No paraste en ningún momento llevando un ritmo rápido y violento. Yo resisto. Hasta sentir el empujón que me dejó tirado en el suelo, desorientado.


¿Dónde estás? ¿Por qué no te escucho si quiera? ¿Te fuiste? Espero ansioso, pensé que estabas planeando algo más sucio pero, fue la última vez que supe de ti. Y dormí llorando, con los ojos vendados. 



lunes, 9 de septiembre de 2013

Vicioso Culpable.

Me gusta estar rodeado de ellos
Los deseo porque son tan exquisitos
Los puedes sentir en cada parte del cuerpo
Tan deliciosos
Tan placenteros.
Los hay de todos los colores
Pero los negros son mis favoritos.
Los hay de todos los tamaños
Pero siempre voy a preferir los grandes.
Me gustan los largos y los gruesos
Pues, son lo que más me llenan
Porque más tienen.
Adoro sus olores, sus sabores, sus texturas.
Podría con dos, tres, cuatro y hasta cinco
Al mismo tiempo.
Libros.


sábado, 7 de septiembre de 2013

Un amor inexistente.

Me tomas la mano y me obligas a no soltarte nunca, no mientras dormimos, porque en el fondo sé que necesitas de mí tanto como necesito de ti. A los ojos de todos somos lo que realmente somos, pero, cuando las paredes de mi habitación nos invaden, somos lo que nos provoca. Toco tu cuerpo como siempre lo quise tocar, como nunca me dejaste hacerlo. Tú, te prendes; yo, necesito ser apagado. Y me buscas justo como en algún momento yo te busqué. Y somos perfectos pero la verdad es que no nos gusta la perfección. La fantasía del momento nos arrastra y sucumbimos en la tentación que no pasa de eso, de deseo. Y despertamos, y volvemos a ser los mismos, pero siempre, algo cambia.